Esta instalación reúne grabaciones de 24 horas de distintos ecosistemas del país. A través de la biofonía (fauna y flora) y la geofonía (viento, ríos, truenos, lluvia), propone una escucha inmersiva en la que los sonidos de la naturaleza se reproducen en sincronía con la hora real del dispositivo, invitando a percibir el ritmo propio de lo silvestre sin posibilidad de adelantar o retroceder.
El proyecto surge de la exploración de paisajes sonoros en regiones remotas de Colombia, registrando su riqueza acústica y también las tensiones provocadas por la deforestación y el ruido humano. Al presentar estos territorios como un mapa vivo de sonidos, la obra invita a detenerse, escuchar y reconocer la fragilidad de ecosistemas que todavía resisten.